UGT exige subidas salariales acordes al incremento de precios e incluir en todos los convenios cláusulas de revisión que aseguren el poder adquisitivo de las personas trabajadoras. Solo así se repartirán equitativamente los costes derivados de la inflación y se dinamizará el crecimiento económico. Recuerda que la estrategia sindical pasa por coordinar y unificar las movilizaciones de distintos sectores y empresas para que la patronal retome la negociación del V Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva.
Fuente: UGT Confederal
El INE ha publicado hoy el IPC del mes de mayo, mostrando una tasa interanual muy elevada, concretamente del 8,7%.
Un dato preocupante que se conoce días antes de la entrada en vigor (15 de junio) del mecanismo para limitar el precio del gas en el mercado ibérico, algo que sin duda ayudará a abaratar la factura eléctrica, pero que no será suficiente para conseguir una desescalada notable del precio de los productos energéticos y, por tanto, del conjunto de la inflación. Al contrario, la progresiva entrada en vigor de las sanciones a la energía rusa y la vuelta al ruedo del gigante chino tras el desconfinamiento gradual de sus ciudades supondrán una presión extra para el mercado internacional energético cuya consecuencia obvia será el incremento de su precio.
Además, como ya se está apreciando, el aumento de costes energéticos se está trasladando al precio final de muchos productos considerados esenciales, dificultando a muchas familias acceder a bienes de primera necesidad, como los alimentos. Así, el precio de la energía y los alimentos se incrementa, pero, además, también lo hace el IPC subyacente, que precisamente excluye a los anteriores (en el caso de los alimentos, solo a los no elaborados), manifestando que la subida de precios, lejos de darse sobre algunos elementos puntuales, es ya generalizada.
En este sentido, la persistencia de las tensiones inflacionistas está llevando a que los principales organismos internacionales revisen al alza sus previsiones de inflación, como ya hizo patente anteayer la OCDE al incrementar la inflación media estimada al 8,1% en 2022 y al 4,8% en 2023. Unas cifras que, en general, constatan que las tensiones inflacionistas son más graves de lo que se pensaba en un primer momento, invalidando las previsiones iniciales que apuntaban hacia su relajación en la segunda mitad del año.
Por su parte, las políticas monetarias anunciadas hasta la fecha, como la subida de los tipos de interés que prevé el Banco Central Europeo para los próximos meses, supondrán una presión extraordinaria sobre la capacidad adquisitiva de la población trabajadora que tenga que hacer frente al pago de una hipoteca, en especial de aquella que ya pueda estar teniendo dificultades para llevar al día el pago de sus deudas. Un factor que reforzará la desaceleración de la economía española, al limitar aún más la capacidad de consumo de los hogares, corriendo el riesgo de generar una dinámica perversa que finalmente lleve a la recesión económica.
Dada esta situación, UGT exige actuar para proteger el poder adquisitivo de las familias por medio de subidas salariales acordes al incremento de precios, ya no sólo para repartir equitativamente los costes derivados de la inflación, sino también por su importancia para dinamizar el crecimiento de la economía en su conjunto. Así, ante el rechazo de la patronal a firmar un nuevo AENC, el Sindicato ha impulsado un Acuerdo Sindical para la Negociación Colectiva en el que se fijan aumentos salariales de referencia del 3,5% en 2022, 2,5% en 2023 y 2% en 2024, incentivando a la vez que se incluyan cláusulas de revisión salarial que protejan el poder de compra de la clase trabajadora ante aumentos inesperados de la inflación interanual. En la misma línea, UGT y CCOO convocaron ayer una movilización de negociadores y negociadoras parar reclamar a la patronal el desbloqueo de la negociación colectiva como primer paso para el cumplimiento de todos los objetivos señalados en materia salarial.
Datos de interés
El IPC del mes de mayo confirma una tasa interanual del 8,7%, cuatro décimas más que la registrada en abril.
En este comportamiento, destaca el incremento del precio de los combustibles líquidos, que se incrementa un 86,4% anualmente, y los carburantes y lubricantes, que lo hacen un 29,2%. También destacan los alimentos y las bebidas no alcohólicas, que registran una tasa interanual del 11%, nueve décimas superior a la del mes pasado, y la más alta desde enero de 1994, el comienzo de la serie.
Por su parte, la inflación subyacente, que excluye los productos energéticos y los alimentos no elaborados, continúa su senda ascendente, alcanzando una tasa anual del 4,9%, la más alta desde octubre de 1995. Un dato que refleja el efecto contagio de los continuos aumentos de los precios energéticos al resto de productos de la cesta de la compra, siendo relevante el incremento del 10% del precio de los alimentos elaborados; un hecho que puede tener graves consecuencias para la calidad de vida de la clase trabajadora si no se actúa de manera urgente y eficaz para remediarlo.
Hay que proteger el poder adquisitivo de las familias ante la subida de precios