Triunfo de Lula: victoria para la clase trabajadora y la democracia en Brasil

Luiz Inacio “Lula” da Silva volverá a ser presidente de Brasil


La Unión General de Trabajadoras y Trabajadores celebra la victoria de la coalición liderada por el ex presidente e histórico sindicalista Luiz Inacio Lula da Silva en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil. El triunfo de la “Coalición Esperanza”, integrada por el Partido de los Trabajadores (PT) y otros ocho partidos, supondrá el regreso del impulsor de las mayores transformaciones sociales en la historia de un país con una gran relevancia por su dimensión económica, política y cultural, tanto a nivel latinoamericano como mundial.

La anterior gestión de Lula (quien gobernó durante dos mandatos entre 2003 y 2010) consiguió destacados éxitos en materia de reducción de la pobreza y garantía de derechos de protección social como educación y sanidad para amplios sectores sociales hasta aquel momento excluidos de estos derechos básicos, además de situar a Brasil en un lugar central en el liderazgo económico y político, tanto en Latinoamérica como a nivel mundial, a través de una propuesta de desarrollo económico con inclusión social.

Sin embargo, desde la salida de la sucesora de Lula en la presidencia de Brasil, la también dirigente del PT, Dilma Rousseff, el país ingresó en una de las épocas más oscuras de su historia reciente. Roussef, víctima de un Golpe de Estado institucional en 2016 impulsado por sectores políticos, económicos y mediáticos del país sudamericano, fue sucedida por su vicepresidente, Michel Temer, que asumió la agenda política y económica de la derecha brasileña, imponiendo profundas reformas sociales regresivas, como la nefasta reforma laboral que hizo retroceder en casi un siglo el marco laboral brasileño, incluyendo un ataque sin precedentes a los derechos sindicales y un deterioro profundo de las condiciones laborales.

Posteriormente, sectores judiciales se sumaron a la embestida de la derecha política y económica brasileña para implementar una agenda de persecución política contra los dirigentes del Partido de los Trabajadores y, muy especialmente, contra Lula, quien fue encarcelado y condenado sin pruebas con el solo objetivo de proscribir su candidatura a presidente en las elecciones de 2019, tal como se demostró jurídicamente años más tarde. El resultado de esas elecciones, viciadas por la proscripción de Lula, fue la victoria del ultraderechista Jair Bolsonaro, que sumió a Brasil en un escenario de una enorme violencia política. Bolsonaro impuso un programa ultraconservador en materia económica y social, además de desplegar una impronta racista, clasista y homófoba en Brasil.

Por todas estas razones, durante este proceso electoral, existían una gran cantidad de argumentos para justificar que la victoria de Lula era una necesidad social y democrática para Brasil. Además del mencionado perfil ultraliberal, racista y homófobo del actual presidente brasileño, la gestión delirante e irresponsable de Bolsonaro ante la pandemia del COVID-19, en la que expuso de forma flagrante a la población más vulnerable de Brasil al contagio del virus y a la falta de atención sanitaria, fue otra de las razones principales para que el regreso de Lula se presentara como imperioso. Bolsonaro también impulsó una vuelta de la intromisión del poder militar en la política brasileña, debilitando de forma clara a las instituciones y los procesos democráticos del país.

Con esta nueva oportunidad con Lula al frente del gobierno, Brasil se enfrentará no solo al desastre provocado por Bolsonaro, sino también a los nuevos desafíos en un mundo que ya no es el que lula dejo en 2010. Con una crisis económica global tras la pandemia y la guerra en Ucrania, Lula deberá afrontar la reconstrucción socioeconómica y democrática de Brasil, pero también deberá jugar un papel fundamental como líder regional y global.

La jornada de ayer domingo hará que Brasil pueda volver a una posición de protagonismo a nivel mundial, a partir de la promoción de relaciones políticas y económicas con todas las grandes potencias del mundo pero también con países de América Latina, donde se presenta un contexto político favorable con la presencia de diferentes gobiernos progresistas, y con África, con quien Lula siempre impulsó una alianza estratégica a partir de los lazos políticos y culturales que unen al gigante sudamericano con el continente africano.

Esta histórica victoria de Lula es especialmente importante para UGT. Nuestra organización ha exigido, acompañando a organizaciones sindicales y políticas brasileñas como la CUT y el PT, la libertad del expresidente y hoy flamante ganador de las elecciones de Brasil en distintos foros internacionales y ha venido acompañando al mandatario durante su largo recorrido legal, desde su primer juicio en Brasil o durante su condena en la cárcel de Curitiba, en donde fue visitado, en octubre de 2019, por el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, que le hizo entrega del I Premio Internacional de UGT, debido a los méritos de su labor política y su lucha por los Derechos Humanos.

En este nuevo contexto esperanzador tras la victoria de Lula, UGT continuará trabajando con las organizaciones sindicales brasileñas que, casi en su totalidad, han asumido la defensa de la candidatura de Lula, muy significativamente la CUT y UGT-B. El nuevo tiempo que se abre en Brasil ofrece enormes posibilidades para que las organizaciones sindicales brasileñas vuelvan a ser respetadas por el gobierno de Brasil en su fundamental papel social y político como representantes de los trabajadores y trabajadoras de Brasil.

 

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