El mecanismo de corrección de precios sigue siendo insuficiente. Es necesaria una reforma del mercado energético
La Unión General de Trabajadores y Trabajadoras considera lamentable que se haya tardado tanto en llegar a un acuerdo para limitar el precio de la energía, más, teniendo en cuenta la grave crisis energética a la que se enfrentan los trabajadores y sus familias este invierno.
Después de doce reuniones este año, los ministros de energía de la UE, han llegado por fin a un acuerdo para limitar el precio del gas a través de un mecanismo de corrección de precios que se podrá activar desde el próximo 15 de febrero, si el gas en el mercado holandés de futuros (TTF), el principal de la Unión, llega a los 180 €/MWh durante tres días seguidos, y las ventas a un mes son 35 euros más elevadas que el precio de referencia para el gas natural licuado (GNL), durante esos mismos tres días.
Una vez activado el mecanismo funcionará al menos durante 20 días y, en ese tiempo, el mercado de futuros del gas (a un mes, tres meses y un año) según lo acordado, se situará en un límite dinámico, que será el precio de referencia del gas natural licuado en los mercados internacionales, basado en una cesta de mercados, más de 35 €/MWh. El límite se desactivará automáticamente cuando durante tres días consecutivos los precios globales estén por debajo de 145 €/MWh (180-35=145).
Con la situación actual de elevadas facturas de energía, cualquier medida para limitar los precios excesivos del gas es una buena noticia, pero UGT advierte de que el mecanismo establecido no aborda las verdaderas causas de la especulación en el mercado energético. Además, señala que el precio máximo se ha fijado muy alto, sobre todo, teniendo en cuanta que ya que estamos ante precios inasequibles.
Para el sindicato, es necesario reformar el mercado de la energía y establecer mecanismos de fijación de precios que reflejen el hecho de que la energía es una necesidad, no un lujo. Millones de personas no pueden permitirse poner la calefacción a pesar de trabajar muchas horas, mientras las empresas energéticas siguen obteniendo grandes beneficios. Europa tiene que garantizar que el sistema energético se centre en proteger a las personas y no las ganancias de las compañías energéticas.