El Banco Central Europeo ha anunciado este jueves 27 de julio una nueva subida de tipos de interés, 25 puntos básicos más, lo que supone el noveno comunicado de este tipo desde el inicio de la guerra de Ucrania y la posterior subida generalizada de precios de la economía. Los nuevos tipos de interés se sitúan, por tanto, en el 4,25%, igualando el valor más alto alcanzado durante el estallido de la crisis financiera, en julio de 2008.
Esto tendrá una repercusión negativa manifiesta en las familias, que ven cada mes como el pago de sus hipotecas no para de aumentar. Además, debido a un error de concepto del BCE, puede que se consiga reducir la demanda subiendo los tipos de interés, pero esto no asegura una bajada de precios, ya que las empresas pueden seguir manteniendo los beneficios aún en un contexto de altos costes de producción, como así lo ha demostrado ya el Observatorio de Márgenes Empresariales.
Este uso de una política monetaria restrictiva ocurre en un contexto donde el consumo se ralentiza ya por la inflación y el freno del crédito, y el sector manufacturero contrae su actividad. Aun así, el Fondo Monetario Internacional ha pedido que se siga endureciendo la política impuesta por el BCE después de julio, y el gobernador del Banco de Italia ha recalcado que, mientras la inflación subyacente no muestre signos de recuperación (actualmente en un 5,5% en la zona euro), los tipos de interés seguirán altos.
Los postulados monetaristas más estrictos se han adueñado de un BCE obsesionado únicamente por el control de la inflación a toda costa, aunque la clase trabajadora vea perjudicada sus condiciones de vida.
Se necesita un BCE realmente al servicio de la ciudadanía europea, con un control democrático. Resulta inconcebible cómo, después de que la Comisión alabara el control de precios de la energía por parte de España y Portugal, se siga insistiendo en la subida de tipos de interés como única solución al problema de la inflación. Una vez más, la independencia del Banco Central Europeo muestra una inconsistencia incompatible con la unión política y la fortaleza económica a la que aspira la UE.
UGT exige por tanto el cambio de la política monetaria, para que tenga en cuenta las necesidades de la economía real y, sobre todo, el bienestar de la clase trabajadora europea. Es necesario que las familias queden protegidas frente a la constante subida de tipos de interés por parte del BCE. Esto pasa necesariamente, en el actual contexto, por la subida salarial y por la creación de un fondo de rescate para aquellas familias que no pueden hacer frente a la subida de sus hipotecas.