El sindicato advierte de que la llegada de Trump al poder provocará el fortalecimiento de figuras autoritarias en otras partes del mundo y extenderá los conflictos
UGT señala que, a falta de datos definitivos, la ya obvia y destacada victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos celebradas ayer no es la mejor de las noticias.
La llegada al poder de Trump, cuya gestión presidencial previa y su radical campaña electoral han hecho siempre gala de una profunda falta de respeto a los más básicos mecanismos democráticos, reabren una lógica preocupación por el futuro social, político y económico tanto de los EE.UU. como en el resto del mundo.
El sindicato recuerda que el historial de Trump y su retórica de los últimos años sugieren un escenario preocupante puesto que, a nivel nacional, su discurso se ha centrado en la limitación de derechos civiles, el ataque a los medios de comunicación, el rechazo a los principios de una justicia independiente, promesas de desmantelar derechos esenciales como el acceso a la sanidad y las garantías en el ámbito laboral, lo que pone en peligro a millones de personas y, de cumplirse, debilitarán aún más los cimientos de la sociedad norteamericana.
Además, a lo largo de su mandato y en sus declaraciones recientes, Trump ha promovido un discurso que no solo erosiona los principios democráticos en su propio país, sino que alienta un autoritarismo que repercute en conflictos tan complejos y geográficamente lejanos a su país como los de Ucrania o Palestina y da alas a émulos suyos en otros países americanos, europeos, etc. que hacen del desprecio al derecho internacional y del ansia disruptiva pilares esenciales de sus actuaciones, cuestionando y debilitando los esfuerzos de otros países en avanzar por la senda de la paz, la estabilidad y el consenso.
La posibilidad de expansión de los conflictos o la aparición de otros nuevos y el fortalecimiento de figuras autoritarias en otras partes del mundo irá a más cuando Trump tome el poder el próximo mes de enero.
Mensaje ultraliberal, negacionista y xenófobo
Bajo el pretexto de engrandecer a su país, Trump ha anunciado asimismo lo que será una guerra comercial cuyos efectos pueden ir más allá de la subida arancelaria, poniendo en riesgo millones de puestos de trabajo en EEUU y en el resto del mundo, debilitando derechos laborales y azuzando el avispero de conflictos bélicos, como ya ha sucedido en otras ocasiones. Resulta evidente que la victoria del dirigente republicano estadounidense supone un enorme balón de oxígeno y respalda a dirigentes como Meloni en Italia, Orbán en Hungría o Milei en Argentina, (y de aspirantes a serlo, como Abascal en España) y que fortalecerá un frente de populismo autoritario que fomenta una política del conflicto, la exclusión y la discriminación.
Al pronunciado discurso y gestión racistas, misóginos, homófobo y belicista de Trump se añade también su ferviente negacionismo contra el cambio climático, y su anunciada guerra contra las políticas de lucha contra el aumento de la temperatura global o contra la desertificación son una pésima noticia más que viene de uno de los países obligados a hacer más contra el desastre climático. Tampoco estamos aquí ante una cuestión opinable: la reciente tragedia vivida en España que se ha cobrado la vida de centenares de personas recuerda que la realidad golpea, aunque la irresponsable y mortífera cicatería electoral quiera darle la espalda.
El neoliberalismo de nuevo cuño trumpista (barra libre, pero a la carta) de concentración de poder y recursos para las élites está de enhorabuena: los chiringuitos bitcoin o las empresas que hagan de su lucha contra la negociación colectiva, han ganado. Elon Musk, uno de los mayores valedores y Trump y que ha declarado la guerra en varias partes del mundo a los derechos sindicales (recordemos la huelga que, desde hace casi un año, mantienen las y los compañeros de Tesla en Suecia) y sus secuaces serán más libres para expandir el modelo extremo de la desregulación y la precarización laboral, profundizando las desigualdades sociales y económicas en Estados Unidos y más allá.
Compromiso de UGT con el progreso y los derechos sociales y laborales
La Unión General de Trabajadoras y Trabajadores (UGT) reitera su compromiso y solidaridad con sus compañeras y compañeros de la central norteamericana AFL-CIO, que han logrado enormes avances para la clase trabajadora en su país y que hoy tendrán que luchar duro para protegerlos. El sindicato se compromete a reforzar su lucha y apoyo ante cualquier atropello que su administración acometa contra los derechos laborales y sociales, y trabajará con la Confederación Sindical de las Américas (CSA) para contener la expansión de un discurso que amenaza con socavar los logros democráticos que tantos esfuerzos han costado.
Asimismo, UGT considera que estos oscuros momentos presentan una oportunidad y obligación para la Unión Europea, que debe romper el hielo y apostar más fuerte que nunca por rediseñar y reforzar un sistema multilateral que garantice progreso y paz, por un comercio global justo y sostenible, por la consagración de un modelo de relaciones laborales que blinden los derechos sindicales, otorgando a la negociación colectiva la centralidad que merece. Asimismo, debe hacer bandera de la inclusión y, lejos de sucumbir al canto del mensaje xenófobo y racista, actuar de manera firme por la integración y el imperio de la ley internacional y los Derechos Humanos, combatiendo con el ejemplo el discurso de Trump y sus secuaces, haciendo también de los derechos de las mujeres (incluidos sus derechos sexuales y reproductivos) su marca en el mundo.
Apostar por una UE más social
La libertad de prensa y la lucha contra la desinformación, que tanto impacto ha tenido en la victoria del expresidente y presidente electo condenado por falsificar documentos oficiales y por intentar silenciar a una víctima de sus abusos, deberán ser recogidos por la UE como principios fundamentales de la democracia, y garantizar que el derecho a ser informados de manera veraz prevalezca sobre la mentira y los bulos.
Asegurar el acceso a una vivienda segura, digna y asequible o los servicios públicos para todas y todos serán la mejor apuesta para vencer el modelo que representa el mandatario que afirmó que la mejor cura contra el coronavirus era beber lejía.
Estas políticas, que si se llevan a cabo han demostrado traer progreso y cohesión y que garantizan una justicia social que, como recuerda la Organización Internacional del Trabajo, es la mejor herramienta para alcanzar una paz certera y sostenible, deberán ser la clave de la acción política internacional ante el potencialmente peligroso mandato de Trump. Sucumbir a su populismo e intentar imitarlo condenaría al mundo a un escenario de caos e injusticia del que serán responsables no los votantes, sino los dirigentes.
Noticia de UGT Confederal